Mondongo & Nicolaus de Cusa (Español)
Suponé que tenés un triángulo en tus manos y tu trabajo es construir un círculo. Naturalmente uno le agrega lados, de un triángulo pasa a ser un cuadrado, después un pentágono, y así sucesivamente hasta que únicamente acercándote podés ver los lados. De lejos parece un círculo. Esto es una ilusión, mientras más lados uno agrega, más se aleja del círculo. El círculo tiene un solo lado.¹
El círculo perfecto es la percepción, infinita, no hay un principio o un fin, es un continuo. Ahora, la forma geométrica con los miles de lados es la estructura de conceptos que construimos, cada lado es uno; nos genera la ilusión de conocer lo que nos rodea, de acercarnos al círculo. Por más que se intente (especialmente hoy), la palabra, la imágen, o un modelo dentro de realidad virtual de un árbol no pueden reemplazar a la sensación de estar debajo del mismo. Sin embargo, a través de los conceptos es como normalmente nos movemos por la vida y estos son necesarios para sobrevivir. Cuando hay un semáforo en rojo uno debe entender el concepto y frenar si no quiere chocar, para eso lo debemos reconocer como un elemento que busca comunicar y no como un elemento exclusivamente de la percepción (estético).
El Arte puede ser el círculo, puede ser percepción pura. La evidencia de esto es la historia del Arte Moderno y la gran reducción que atraviesa — pasando de obras que se entienden a través de lógica y conceptos (David, La distribución de las águilas, 1810), a la unión de la figura y el fondo, y concluyendo en la no-representación, es decir, pinturas que se ven con la percepción, no con los conceptos (Reinhardt, Abstract Painting Blue, 1952).
Dicho esto, hace poco vimos las Calaveras y el Baptisterio de Mondongo. Estas obras son la forma geométrica de los mil lados.
Cuando uno mira a Las Calaveras, en cada recoveco hay un concepto para reconocer y entender (o no); un filósofo, una película, un personaje, un libro, un logo, una pintura, entre muchos otros. Son impresionantes por la cantidad de elementos y el detalle (inevitablemente uno admira el nivel de trabajo). Parece que siempre hay algo nuevo para encontrar, algo que no hayas visto antes, pero la realidad es que no, son finitas — al igual que los conceptos los cuales siempre se quedan cortos a la hora de describir la realidad. Uno debe aplicar la lógica y no la percepción al admirar estas obras. Parecen ser un síntoma o un reflejo de la época en la que vivimos; como Kevin Power escribe “las calaveras parecieran representar, más bien, una cierta versión de la psique contemporánea.” En nuestra mirada son un lado de la moneda, del otro lado está la búsqueda del círculo y la respuesta a la historia del arte moderno.
El Baptisterio es el ejemplo claro de los mil lados, 3276 para ser precisos (incluso agregando espejos en el piso y en el techo para dar la ilusión de infinidad, uno se aleja más y más de la percepción pura). Todos estos bloques de color, seccionados, categorizados, ordenados, y cuantificados, nos demuestran como podemos reducir el infinito espectro de colores que hay en el mundo a números y letras. Ahora cuando uno sale del Baptisterio hacia el balcón ¿Cuántos colores puede ver? Infinitos.
"Si las puertas de la percepción fueran purificadas, todo se le aparecería al hombre como es, infinito.” - William Blake
The more angles the inscribed polygon has, the more similar it is to the circle. However, even if the number of its angles is increased ad infinitum, the polygon never becomes equal [to the circle]… Este es un pasaje del libro On learned Ignorance (1439-40) de Nicolaus de Cusa.